jueves, 23 de septiembre de 2010

El historiador William Curtis denuncia el gigantismo de muchos proyectos


El historiador y crítico de la arquitectura William J. R. Curtis denuncia “los excesos” cometidos en España y otros países por muchos profesionales que han reducido los edificios a “imágenes superficiales y gestos grandilocuentes”.

“Pienso, por ejemplo, en la Ciudad de la Cultura, en Santiago de Compostela (Galicia), de Peter Eisenman, que es (un proyecto) nada práctico y desproporcionado en cuanto a escala”, explica Curtis.

“En Córdoba está el proyecto de Rem Koolhaas para el Palacio de Congresos, también horriblemente desproporcionado en relación con la Mezquita, situada enfrente”, critica también Curtis.
Pero también en Francia hay proyectos gigantescos que tal vez la crisis obligue a paralizar, explica el británico, que cita, por ejemplo, el bautizado Triangle, de los suizos Herzog & Meuron, un rascacielos de casi 200 metros de altura que “se impondría” a la ciudad de París.

“Se trata de un monumento al dinero y a la arrogancia política, muy propio de la presidencia de ostentación del presidente Sarkozy”, critica.

Preguntado por las repercusiones de la crisis en esos y otros proyectos faraónicos, Curtis señala que en los últimos años, la arquitectura se había convertido “en una especie de vulgar publicidad que convenía a los objetivos de la plutocracia internacional y de los promotores inmobiliarios”.

El “star system” en el mundo de los arquitectos “ha seguido con frecuencia ese juego” y “ha reducido así la calidad de sus intervenciones”, explica Curtis.

Todo ello ha degenerado en una especie de “operación de marcas” que ha acompañado “al consumismo y a la inflación de valores, fenómenos vinculados ambos a la explosión crediticia”, agrega el historiador, según el cual “se han reducido los edificios a seductoras imágenes en las pantalla del ordenador” en detrimento de la “substancia”.